Su larga existencia —murió cuando iba a cumplir los 89 años— le permitió conocer gran variedad de corrientes musicales. Resultan justificadas sus protestas contra quienes le tildaban como un músico del porvenir: "Es algo absurdo. No vivo en el pasado ni en el futuro. Estoy en el presente". En su presente compuso una gran cantidad de obras clásicas abordando varios estilos como el primitivismo, el neoclasicismo y el serialismo, pero es conocido mundialmente sobre todo por tres obras de uno de sus períodos iniciales —el llamado período ruso—: El pájaro de fuego (L'Oiseau de feu, 1910), Petrushka (1911) y La consagración de la primavera (Le sacre du printemps, 1913). Para muchos, estos ballets clásicos, atrevidos e innovadores, prácticamente reinventaron el género. Stravinski también escribió para diversos tipos de conjuntos en un amplio espectro de formas clásicas, desde óperas y sinfonías a pequeñas piezas para piano y obras para grupos de jazz.
LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA
La Consagración de la Primavera se subdivide en dos partes que son, El Beso de la Tierra y El Gran Sacrificio. Cada una de estas partes está constituida por una serie de juegos rituales y encantamientos que han de desembocar respectivamente en La Danza de la Tierra y en La Danza Sagrada.
* EFECTIVOS ORQUESTALES: 4 flautas, flauta piccolo, 4 óboes, corno inglés, 3 clarinetes, clarinete piccolo, clarinete bajo, 4 fagots, contrafagot, 8 trompas, 5 trompetas, 3 trombones, 2 tubas, timbales grandes, timbales pequeños, triángulo, pandereta, guiro, címbalos antiguos, címbalos convencionales, bombo, tam-tam y quinteto de cuerdas.
El impacto producido por La Consagración de la Primavera se debe a la novedosa condensación de todos los elementos de la escritura musical: Los recursos armónicos (Ásperos acordes superpuestos y en distintas tonalidades), los ensamblajes tímbricos (Crudos efectos acústicos con poderosas pulsaciones), la riqueza temática (Temas populares rusos en compases irregulares de cinco, siete e incluso once tiempos) y la fuerza del ritmo (Continuos cambios y saltos rítmicos, una orgía desenfrenada sobre todo al final de la obra) no tienen parangón con la música que se había compuesto anteriormente, abriendo el oído al universo sonoro del futuro. Por ello, La Consagración de la Primavera es una de las obras capitales dentro de la historiografía de la música y su influencia, pese a no haber suscitado una corriente de imitaciones, es fundamental para el posterior desarrollo de las vanguardias musicales del siglo XX.
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