martes, 8 de mayo de 2012

5.2 Stravinsky. La Consagración Con La Primavera

Ígor Fiódorovich Stravinski  fue un compositor y director de orquesta ruso, uno de los músicos más importantes y trascendentes del siglo XX.
Su larga existencia —murió cuando iba a cumplir los 89 años— le permitió conocer gran variedad de corrientes musicales. Resultan justificadas sus protestas contra quienes le tildaban como un músico del porvenir: "Es algo absurdo. No vivo en el pasado ni en el futuro. Estoy en el presente". En su presente compuso una gran cantidad de obras clásicas abordando varios estilos como el primitivismo, el neoclasicismo y el serialismo, pero es conocido mundialmente sobre todo por tres obras de uno de sus períodos iniciales —el llamado período ruso—: El pájaro de fuego (L'Oiseau de feu, 1910), Petrushka (1911) y La consagración de la primavera (Le sacre du printemps, 1913). Para muchos, estos ballets clásicos, atrevidos e innovadores, prácticamente reinventaron el género. Stravinski también escribió para diversos tipos de conjuntos en un amplio espectro de formas clásicas, desde óperas y sinfonías a pequeñas piezas para piano y obras para grupos de jazz.

LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA

 La Consagración de la Primavera se subdivide en dos partes que son, El Beso de la Tierra y El Gran Sacrificio. Cada una de estas partes está constituida por una serie de juegos rituales y encantamientos que han de desembocar respectivamente en La Danza de la Tierra y en La Danza Sagrada.

* EFECTIVOS ORQUESTALES: 4 flautas, flauta piccolo, 4 óboes, corno inglés, 3 clarinetes, clarinete piccolo, clarinete bajo, 4 fagots, contrafagot, 8 trompas, 5 trompetas, 3 trombones, 2 tubas, timbales grandes, timbales pequeños, triángulo, pandereta, guiro, címbalos antiguos, címbalos convencionales, bombo, tam-tam y quinteto de cuerdas.
* Duración aproximada de la ejecución: Entre 35 y 38 minutos  Fue en el terreno del ballet donde tal vez Stravinski escribiera las obras más representativas de su genio artístico y posiblemente las más logradas. Las catorce partituras que dedicó Stravinski a la escena pertenecen a un género bien determinado, el gran ballet sinfónico. Sin embargo, existe una gran diferencia con respecto a sus predecesoras y es que la música no está al servicio del coreógrafo sino que se impone a este con pleno derecho. La Consagración de la Primavera es la gran e inmortal obra maestra de Igor Stravinski y, posiblemente, la mejor partitura orquestal de todo el siglo XX. Pese a las influencias que pueden advertirse de otros compositores (Rimski-Korsakof, Debussy o Scriabin) supone una ruptura total con la música descriptiva de los músicos impresionistas. La música ya no evoca o describe los sentimientos o escenarios sino que figura, transponiendo al mero plano sonoro, un acto hecho música. Con La Consagración de la Primavera, el primitivismo y la barbarie irrumpieron en la música pero organizados de un modo auténticamente supremo. Es también un grito de liberación en lo más íntimo, secreto y fundamental del corazón de las personas.

 El impacto producido por La Consagración de la Primavera se debe a la novedosa condensación de todos los elementos de la escritura musical: Los recursos armónicos (Ásperos acordes superpuestos y en distintas tonalidades), los ensamblajes tímbricos (Crudos efectos acústicos con poderosas pulsaciones), la riqueza temática (Temas populares rusos en compases irregulares de cinco, siete e incluso once tiempos) y la fuerza del ritmo (Continuos cambios y saltos rítmicos, una orgía desenfrenada sobre todo al final de la obra) no tienen parangón con la música que se había compuesto anteriormente, abriendo el oído al universo sonoro del futuro. Por ello, La Consagración de la Primavera es una de las obras capitales dentro de la historiografía de la música y su influencia, pese a no haber suscitado una corriente de imitaciones, es fundamental para el posterior desarrollo de las vanguardias musicales del siglo XX.


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