viernes, 11 de mayo de 2012

1- Características Del Romanticismo Musical

El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas.

Romanticismo fue un periodo que transcurrió, aproximadamente, entre principios de los años 1820 y la primera década del siglo XX, y suele englobar toda la música escrita de acuerdo a las normas y formas de dicho período. El romanticismo musical es un período de la música académica que fue precedido por el Clasicismo y continuado por el Modernismo.
El Romanticismo musical está relacionado con el Romanticismo, la corriente de cambios en Literatura, Bellas Artes y Filosofía, aunque suele haber ligeras diferencias temporales, dado que el Romanticismo en aquellas Artes y en la Filosofía se suele reconocer entre los años 1780 y 1840. El Romanticismo como movimiento global en las Artes y la Filosofía, tiene como precepto que la verdad no podía ser deducida a partir de axiomas, en el mundo había realidades inevitables que sólo se podía captar mediante la emoción, el sentimiento y la intuición. La música del Romanticismo intentaba expresar estas emociones.


2- "Las Aventuras Del Joven Werther" Goethe

Sinopsis

El Werther supuso con su aparición en 1774, todo un fenómeno de masas: influyó en el lenguaje, en las pasiones y hasta en la moda de multitud de jóvenes. El poderoso hálito romántico de la obra, su belleza formal y su expresión epistolar, calaron hondamente en su época y quedaron para la posteridad como muestra perfecta y conjunción feliz de vida y poesía.

RESUMEN DE LA TRAMA
La trama es muy sencilla: Werther, un joven apasionado y sentimental, abandona su ciudad para retirarse a una aldea, donde vive tranquilo, dedicado a la pintura y a la lectura. En un baile conoce a Lotte, que ya está comprometida con Albert. Bailaron juntos la alemana y Werther se enamora de ella perdidamente aún sabiendo que ella ya está prometida con Albert, que se encuentra de viaje. Albert representa el orden, la frialdad la clase social alta de la época. Aprovechando la ausencia de éste, Werther visita con frecuencia a la joven. Cuando Albert vuelve, traba amistad con Werther. Éste aún dudando de los sentimientos de Werther, le permite continuar viendo a Lotte. El amor que siente Werther va en aumento cada día que pasa, y se acrecienta mucho más aún cuando adivina que Lotte, arrastrada por la fuerza de su pasión, se siente atraída hacía él también. Werther decide que alguno de los tres ha de morir, y ése será él. Va a visitar a Lotte el domingo antes de Nochebuena. Lotte pide a Werther que le lea su traducción de Ossian y se echan a llorar porqué veían su propio infortunio en el destino de esos nobles héroes. Entonces es cuando Werther, desesperado, se atreve a besar a Lotte y se despiden con un <<¡Adiós para siempre!>>, Lotte intuía la idea de Werther. Werther, manda al criado para pedir prestadas las pistolas de Albert para su viaje, que Lotte le entrega temblando. Werther se suicida y es descubierto por su criado, quien avisa al médico y a Albert. Al enterarse de la desgracia, Lotte se desmaya. Expira a las doce del mediodía.


3- La Sinfonía De J. Brahms

El ciclo sinfónico de Johannes Brahms (Hamurgo, 1833 – Viena, 1897) es uno de los más interesantes y atractivos de la música sinfónica centroeuropea del siglo XIX. En los comentarios sobre estas cuatro sinfonías suele anotarse el hecho de que Brahms tuviera ciertas reticencias a entrar en el mundo de la sinfonía después de lo que, a su juicio, suponía la Novena de Beethoven. Se dice que en alguna ocasión el compositor hamburgués expresó que Beethoven había culminado, y cerrado, el camino de la forma sinfonía. Opinión contraria expresó el director Hans von Büllov, cuando calificó a la Primera Sinfonía de Brahms como la Décima, de Beethoven, estableciendo así la continuidad y evolución del género.
Es cierto que la primera de las sinfonías brahmsianas llegó cuando el compositor era ya un hombre maduro (tenía 43 años) y sobre todo un músico ya hecho, pues en 1876 –año del estreno- Brahms había dado a conocer obras de tanta entidad y significación como su Concierto para piano nº 1, las Variaciones sobre un tema de Haydn, y mas de 60 composiciones para piano, voces solistas o a coro y música de cámara; pero las otras no tuvieron que esperar tanto tiempo. La Segunda es de 1877, la Tercera de 1882 y la Cuarta de 1885.
En la Primera, en Do menor, Op. 68  trabajó Brahms, con distinta intensidad, unos quince años; es, en consecuencia, una obra muy detallada y meditada, influida por Beethoven, de un cierto carácter solemne. La Segunda, en Re mayor, Op. 73. es la más ligera de las cuatro, y se mueve entre el aire pastoril de su primer tiempo, y el ímpetu del último, contrastando con ellos el carácter de danza campesina del tercero. A la Tercera, en Fa mayor, Op. 90 podemos asignarle un intenso carácter emocional, señalado por la tensión de su último tiempo, con el que contrasta el que le precede, lírico y elegante. La Cuarta, en Mi menor, Op. 98, es una obra monumental en la que se destaca la arquitectura de su construcción, elaborada y firme, sin adornos inútiles y cuyo emocionante final es uno de los grandes movimientos de la forma sinfonía.
La Orquesta de Cadaqués nació en 1988 para ser el apoyo instrumental básico del Festival que esa bella localidad gerundense lleva celebrando hace más de 35 años. Se trata de una formación cuyo número de instrumentistas se acerca al de las orquesta de que pudo haber dispuesto Brahms para interpretar sus sinfonías. Con este punto de partida, los responsables de la grabación, pretenden obtener el equilibrio sonoro entre las distintas familias orquestales que habría conocido el propio Brahms.
Se haya conseguido o no, lo cierto es que estamos ante la primera grabación de este ciclo sinfónico realizada por una orquesta española. Grabación, además, realizada en directo (eso figura en la carpetilla del CD, aunque no hay el menor ruido habitual en este tipo de grabaciones), lo que añade más mérito a la interpretación del director italiano Ginandrea Noseda. En términos generales podemos hablar de una buena versión, que destaca los numerosos planos sonoros de la escritura de Brahms, los múltiples detalles de las intervenciones de los solistas, y el gran conjunto arquitectónico de estas cuatro sinfonías. Hay momentos de gran sonoridad, quizá algo excesivas en las intervenciones de la percusión, pero es una lectura de primer nivel, brillante, expuesta con autoridad, destacando el importantísimo entramado contrapuntístico y armónico de estas grandes sinfonías. Resoluciones dinámicas importantes, ritmo y vigor en los tempos, son detalle que también deben destacarse.


4. El Piano Romántico: Compositores Para Piano

El piano romántico

  • Franz Schubert (1797–1828), compositor austriaco, gran incomprendido en su tiempo, cuyos Lieder (canciones para voz solista y piano basadas en poemas alemanes) están entre las obras maestras de este género, y cuyos trabajos instrumentales son un puente entre el clasicismo y el romanticismo del siglo XIX.
Nació en Lichtenthal, cerca de Viena, el 31 de enero de 1797. Hijo de un párroco maestro de escuela, entró en el coro de niños de la Capilla Imperial en 1808 y comenzó a estudiar en el Konvikt, una escuela para cantantes de la corte, en cuya orquesta también tocaba el violín. Escribió además obras para piano, música sinfónica, religiosa y numerosas óperas. Murió el 29 de octubre de 1828 a los 31 años de edad.
  • Felix Mendelssohn (1809–1847), compositor alemán, una de las principales figuras de comienzos del romanticismo europeo del siglo XIX.
Nació el 3 de febrero de 1809 en Hamburgo y su verdadero nombre era Jakob Ludwig Felix Mendelssohn-Bartholdy. Nieto del famoso filósofo judío Moses Mendelssohn, adoptó su segundo apellido, Bartholdy, cuando la familia recibió una herencia de un pariente con este apellido, aunque normalmente se le conoce por su primer apellido. En su infancia toda la familia se convirtió al protestantismo. Fue de genio precoz, de niño conoció a Goethe y recibió una cuidada educación. A los 9 años Mendelssohn debutó como pianista y a los 11 años interpretó su primera composición. Compuso la obertura Sueño de una noche de verano cuando tenía 17 años y la obra que contiene la famosa Marcha nupcial 17 años después. Tuvo como profesores al compositor y pianista checo Ignaz Moscheles y al compositor alemán Carl Friedrich Zelter. A Mendelssohn se le atribuye el haber redescubierto la obra de Johann Sebastian Bach, al estrenar en 1829 su Pasión según san Mateo.
  • Frédéric Chopin
Nació el 1 de marzo de 1810 en Zelazowa Wola, cerca de Varsovia. Hijo de padre francés y madre polaca, comenzó a estudiar piano a los cuatro años. Aprendió la técnica del instrumento prácticamente de forma autodidacta, aunque más tarde estudió armonía y contrapunto en el conservatorio de la capital polaca. También fue precoz como compositor: su primera obra publicada data de 1817. Desde muy joven mantuvo estrecha relación con las altas esferas sociales, ante quienes tocaba en sus reuniones musicales. Tras graduarse con honores en el conservatorio, su padre solicitó una beca del gobierno polaco para que pudiera ampliar su formación en el extranjero, ayuda que le fue denegada. A los 20 años de edad deja su Polonia natal en un viaje de estudios; nunca regresará. Se establece en París, donde morirá el 17 de octubre de 1849, víctima de la tuberculosis. Su obra se caracterizó por el intimismo, la delicadeza, la facilidad melódica, y una revolucionaria técnica de ejecución. El piano fue su instrumento por excelencia, y tuvo gran popularidad e influencia en los compositores de su época.
  • Robert Schumann (1810–1856), compositor alemán del Romanticismo. Desde niño, ya demostraba sus cualidades musicales, y su padre lo apoyó durante su formación procurándole un profesor de piano. La dedicación a su carrera musical se vio truncada por la muerte de su padre, aunque posteriormente reemprendería sus estudios. Fue un brillante compositor y crítico musical, lo que le permitió descubrir a Johannes Brahms cuando era un joven de veinte años. En 1839, Robert se casó con Clara Wieck, y tuvieron ocho hijos. Finalmente, durante sus últimos años se acentuaron las depresiones, crisis, intentos de suicidios y periodos de reclusión. Murió de tifus en un sanatorio.
  • Franz Liszt
  • Johannes Brahms
De origen alemán, es uno de los compositores más importantes del siglo XIX, cuyas obras combinan lo mejor de los estilos clásico y romántico. Brahms nació en Hamburgo el 7 de mayo de 1833. Después de estudiar violín y violonchelo con su padre, contrabajista del teatro de la ciudad, Brahms se especializó en el piano y comenzó a componer bajo la tutela del maestro alemán Eduard Marxsen, cuyo conservador gusto musical dejó una profunda huella en él. En 1853 inició una gira de conciertos como acompañante del violinista húngaro Eduard Reményi. Durante esta gira conoció al violinista, también húngaro, Joseph Joachim, quién lo presentó al compositor alemán Robert Schumann. Schumann se quedó tan sorprendido con las composiciones de Brahms, obras aún no editadas, que escribió un apasionado artículo en una revista de la época sobre el joven compositor. Brahms cobró un sincero afecto a Schumann y su mujer, la famosa pianista Clara Josephine Schumann, y esta amistad y el aliento que recibió de ellos le proporcionaron energías para trabajar sin descanso. Muchos biógrafos han escrito sobre la atracción que sentía Brahms por Clara, aunque nunca se la reveló abiertamente, ni siquiera tras la muerte de Schumann en 1856, y jamás se casó.

miércoles, 9 de mayo de 2012

4.1- Álbeniz, Falla, Y Granados

Isaac Albéniz

1860 - 1909 (Girona, España)

Isaac Albéniz Nació el 29 de mayo de 1860 en Camprodón, Girona. Recibió de su hermana las primeras lecciones de piano. Su primer concierto público tuvo lugar cuando tan sólo tenía 4 años, mismo año en el que fue presentado en el teatro Romea (Barcelona). A los ocho años se traslada con su familia a Madrid, asistiendo a las clases de Mendizábal en el Conservatorio. Se fugó de su casa cuando contaba 9 años y se embarcó en la fragata España con destino a Puerto Rico. Durante la travesía entretuvo a los pasajeros tocando el piano para pagar el pasaje. En Latinoamérica trabajó como pianista en varios países: Argentina, Uruguay, Brasil, México y Cuba. En el otoño de 1873 regresa a Madrid. Entre 1875 y 1878 asistió al Conservatorio de Bruselas y, poco tiempo después se transladaria a Budapest, donde entabla amistas con el compositor y pianista húngaro Franz Liszt (1878) y el compositor nacionalista español Felipe Pedrell (1883).
En 1891 se instala en Londres y en 1893 fija en París su casi habitual residencia; amigo de D'Indy, Chauson, Fauré, Dukas, Debussy y Ravel. Su obra maestra son las cuatro suites para piano Iberia (1906-1908), composición virtuosística y musicalmente compleja, compuesta en Niza durante algo más de dos años. También hay que destacar las piezas para piano Rapsodia española y Suite española, las óperas El Ópalo mágico (1893) y Pepita Jiménez (1896). Además fue autor de zarzuela y de lieder. Falleció el 18 de mayo de 1909 en Cambo-les-Bains (Francia). 

MANUEL DE FALLA

Durante su estancia en París compuso sus obras más célebres: la pantomima El amor brujo y el ballet El sombrero de tres picos (compuesto para cumplimentar un encargo de los célebres Ballets Rusos de Sergéi Diágilev), las Siete canciones populares españolas para voz y piano, la Fantasía Baética para piano y Noches en los jardines de España, estrenada en el Teatro Real en 1916. Su estilo fue evolucionando a través de estas composiciones desde el nacionalismo folclorista que revelan estas primeras partituras, inspiradas en temas, melodías, ritmos y giros andaluces o castellanos, hasta un nacionalismo que buscaba su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español y al que responden la ópera para marionetas El retablo de Maese Pedro, una de sus obras más alabadas, y el Concierto para clave y cinco instrumentos. La madurez creativa de Falla comenzó con su regreso a España, en el año 1914.
En las obras El retablo de Maese Pedro y el concierto para clavecín y orquesta de cámara de 1926 se percibe cómo la influencia de la música folclórica es menos visible que una suerte de neoclasicismo al estilo de Ígor Stravinski. Mientras que en sus obras anteriores Falla hacía gala de una extensa paleta sonora, heredada directamente de la escuela francesa, en estas últimas composiciones, su estilo fue haciéndose más austero y conciso, y de manera especial en el Concierto. Los últimos veinte años de su vida, Manuel de Falla los pasó trabajando en la que consideraba había de ser la obra de su vida: la cantata escénica Atlántida, sobre un poema del poeta en lengua catalana Jacinto Verdaguer, que le había obsesionado desde su infancia y en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas.

ENRIQUE GRANADOS

 El estilo de Granados es una original mezcla que recoge la gran tradición romántica de Schumann y Chopin y el impulso del nacionalismo musical, tan pujante a finales del siglo XIX. En su música, Granados no manifestó una especial atracción por lo catalán, sino más bien por los períodos clásico y romántico de España, especialmente por lo madrileño. El mundo de la tonadilla, el folclore urbano de Madrid y su admiración por Goya inspiraron sus trabajos más destacados. Sus mejores obras se encuentran posiblemente entre la producción pianística (Danzas Españolas y Goyescas) y vocal (Tonadillas). Su obra orquestal no ha dejado más que una impresión tibia. Sólo el Intermezzo de la ópera Goyescas ha gozado del favor unánime del público, aunque fue escrito en el último momento y con las consiguientes prisas y por necesidades puramente escénicas, para salvar un tiempo muerto en el cambio de decorados. La ópera Goyescas se resiente del obligado molde que imponía la música ya escrita: el estatismo de la acción y la pobreza del argumento, la artificialidad y retorcimiento del texto, pasan factura a una obra que, por otra lado, cuenta con valores musicales evidentes.

4.2- Lizt Y Chopin

LIZT

Durante sus años como virtuoso viajero, Liszt interpretó una gran cantidad de conciertos en toda Europa, pero su repertorio básico siempre se centró en sus propias composiciones, paráfrasis y transcripciones. Al analizar los conciertos alemanes de Liszt entre 1840 y 1845, se observa que las cinco piezas más interpretadas fueron los Grand Galop Chromatique, Der Erlkönig de Franz Schubert (la transcripción de Liszt), Réminiscences de Don Juan, Réminiscences de Robert le Diable y Réminiscences de Lucia de Lammermoor. Entre las obras de otros compositores, se encuentran composiciones como Invitación a la danza de Carl Maria von Weber, las Mazurcas de Frédéric Chopin, estudios de compositores como Ignaz Moscheles, Chopin y Ferdinand Hiller, pero también grandes obras de Beethoven, Weber y Hummel y, de vez en cuando, incluso selecciones de obras de Bach, Händel y Domenico Scarlatti.
La mayoría de los conciertos en esa época los compartió con otros artistas y, como resultado, también solía estar acompañado por cantantes, participaba en música de cámara o interpretaba obras con una orquesta, además de su parte como solista. Las obras que interpretó con mayor frecuencia fueron Konzertstück de Weber, el Concierto Emperador y la Fantasía coral de Beethoven y la revisión de su Hexameron para piano y orquesta. Su repertorio de música de cámara incluía el Septeto de Hummel, el Trío Archiduque y la Sonata Kreutzer de Beethoven, y una gran selección de canciones de compositores como Gioachino Rossini, Gaetano Donizetti, Beethoven y, en especial, Schubert. En algunos conciertos, Liszt no pudo encontrar músicos con los que compartir el programa y, por tanto, fue uno de los primeros músicos en dar recitales como solista de piano en el sentido moderno de la palabra. El término fue acuñado por el editor Frederick Beale, quien lo sugirió para el concierto de Liszt en el Hanover Square Rooms de Londres el 9 de junio de 1840, a pesar de que Liszt había dado conciertos en solitario ya en marzo de 1839.


CHOPIN

Chopin y el piano

El piano alcanzó en el siglo XIX su máxima popularidad. Había dejado completamente de lado al clavicémbalo y se adecuó perfectamente a la expresión individual del sentimiento, característica del Romanticismo. Los fabricantes perfeccionaban el instrumento mejorando su variedad de matices, la pureza y riqueza del timbre y las posibilidades sonoras.
Ante la posibilidad de que Chopin fuera un autodidacta del piano, Alfred Cortot afirmó que «nunca recibió lecciones de piano» y varios estudios sobre el músico enfatizan lo mismo: «un pianista sin maestros de piano». Lo cierto es que Chopin sí recibió lecciones de piano pero de músicos que no eran pianistas profesionales: Żywny era violinista y Elsner era compositor. Ambos le dieron las herramientas básicas y supervisaron sus primeros pasos, pero no encaminaron al joven hacia un método, escuela o estilo particular. Probablemente recibió lecciones irregulares de Wilhelm Würfel; si eso fuera cierto, éstas habrían sido las únicas clases de parte de un verdadero pianista. En todo caso, el adolescente Chopin era consciente de su personal estilo y de la necesidad de proseguir solo en la búsqueda de una técnica y un sonido propios, sin seguir ni imitar a nadie en particular. Rechazó asistir a las clases de piano cuando ingresó en el Conservatorio de Varsovia en 1826 y, después, al llegar a París en 1831, rechazó cortésmente una invitación para recibir clases de piano por Kalkbrenner, uno de los pianistas más notables y técnicos de su tiempo.

5. La Orquesta Post-Romántica Y Principio Del Siglo XX


En los primeros años del siglo XIX Beethoven utilizó una plantilla orquestal similar a la del Clasicismo pero introdujo algunos cambios relevantes que dieron como resultado un tratamiento enérgico e impetuoso de la orquesta. Enriqueció la sección de los aerófonos al introducir sistemáticamente trombones, contrafagot y flautín. También amplió el número de trompas de dos a cuatro.
Por otro lado el diseño instrumental durante las primeras décadas del siglo XIX mejoró notablemente. El desarrollo de las trompas con válvulas y de las trompetas  con pistones, permitió a estos instrumentos tocar escalas cromáticas completas y participar más activamente de la textura orquestal. Además la inclusión de la tuba aseguró la presencia de un instrumento de metal bajo en la orquesta.
Héctor Berlioz, compositor francés que trabajó en la primera mitad del siglo XIX, también enriqueció   notablemente el papel de la orquesta así como su extensión. Desde sus primeras obras hizo uso del contrafagot, del corno inglés, de 4 trompetas, de 3 o 4 timbales (por ejemplo en su Sinfonía fantástica), del clarinete bajo, de 4 arpas e incluso del piano tocado a cuatro manos. Con todo este colorido orquestal  se lograban efectos hasta ahora desconocidos en el arte de la orquestación (así lo explica Berlioz en su “Tratado de instrumentación” de 1844).
Siguiendo los pasos de Berlioz, Richard Wagner hace crecer el aparato orquestal, fundamentalmente la familia de los metales (4 trompetas, 4 trombones, tubas, 8 trompas) y de las percusiones. Richard Strauss y Gustav Mahler, compositores postrománticos, continuarán los pasos de Wagner  empleando una orquesta de plantilla colosal. Mahler llegó a escribir La sinfonía de los mil (Octava sinfonía) en la que además de dos coros mixtos, uno de voces infantiles y 8 solistas, se requiere una orquesta de 140 instrumentistas. El propio Mahler tuvo que dirigir la interpretación con una batuta luminosa para ser visto desde lejos.
Por otra parte  en el siglo XIX surge la figura del director tal y como lo conocemos hoy en día . La costumbre de dirigir desde el teclado del continuo (que ya desaparece a lo largo del siglo XVIII) o desde el atril del primer violín  deja de ser práctica. Surgen en este periodo grandes directores-compositores como Berlioz, Mendelssohn o Wagner, pero a finales de siglo  los directores se especializarán únicamente en el arte de coordinar el instrumento orquestal. De este modo se separan los oficios de director y compositor.