Es cierto que la primera de las sinfonías brahmsianas llegó cuando el compositor era ya un hombre maduro (tenía 43 años) y sobre todo un músico ya hecho, pues en 1876 –año del estreno- Brahms había dado a conocer obras de tanta entidad y significación como su Concierto para piano nº 1, las Variaciones sobre un tema de Haydn, y mas de 60 composiciones para piano, voces solistas o a coro y música de cámara; pero las otras no tuvieron que esperar tanto tiempo. La Segunda es de 1877, la Tercera de 1882 y la Cuarta de 1885.
En la Primera, en Do menor, Op. 68 trabajó Brahms, con distinta intensidad, unos quince años; es, en consecuencia, una obra muy detallada y meditada, influida por Beethoven, de un cierto carácter solemne. La Segunda, en Re mayor, Op. 73. es la más ligera de las cuatro, y se mueve entre el aire pastoril de su primer tiempo, y el ímpetu del último, contrastando con ellos el carácter de danza campesina del tercero. A la Tercera, en Fa mayor, Op. 90 podemos asignarle un intenso carácter emocional, señalado por la tensión de su último tiempo, con el que contrasta el que le precede, lírico y elegante. La Cuarta, en Mi menor, Op. 98, es una obra monumental en la que se destaca la arquitectura de su construcción, elaborada y firme, sin adornos inútiles y cuyo emocionante final es uno de los grandes movimientos de la forma sinfonía.
La Orquesta de Cadaqués nació en 1988 para ser el apoyo instrumental básico del Festival que esa bella localidad gerundense lleva celebrando hace más de 35 años. Se trata de una formación cuyo número de instrumentistas se acerca al de las orquesta de que pudo haber dispuesto Brahms para interpretar sus sinfonías. Con este punto de partida, los responsables de la grabación, pretenden obtener el equilibrio sonoro entre las distintas familias orquestales que habría conocido el propio Brahms.
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