viernes, 11 de mayo de 2012

3- La Sinfonía De J. Brahms

El ciclo sinfónico de Johannes Brahms (Hamurgo, 1833 – Viena, 1897) es uno de los más interesantes y atractivos de la música sinfónica centroeuropea del siglo XIX. En los comentarios sobre estas cuatro sinfonías suele anotarse el hecho de que Brahms tuviera ciertas reticencias a entrar en el mundo de la sinfonía después de lo que, a su juicio, suponía la Novena de Beethoven. Se dice que en alguna ocasión el compositor hamburgués expresó que Beethoven había culminado, y cerrado, el camino de la forma sinfonía. Opinión contraria expresó el director Hans von Büllov, cuando calificó a la Primera Sinfonía de Brahms como la Décima, de Beethoven, estableciendo así la continuidad y evolución del género.
Es cierto que la primera de las sinfonías brahmsianas llegó cuando el compositor era ya un hombre maduro (tenía 43 años) y sobre todo un músico ya hecho, pues en 1876 –año del estreno- Brahms había dado a conocer obras de tanta entidad y significación como su Concierto para piano nº 1, las Variaciones sobre un tema de Haydn, y mas de 60 composiciones para piano, voces solistas o a coro y música de cámara; pero las otras no tuvieron que esperar tanto tiempo. La Segunda es de 1877, la Tercera de 1882 y la Cuarta de 1885.
En la Primera, en Do menor, Op. 68  trabajó Brahms, con distinta intensidad, unos quince años; es, en consecuencia, una obra muy detallada y meditada, influida por Beethoven, de un cierto carácter solemne. La Segunda, en Re mayor, Op. 73. es la más ligera de las cuatro, y se mueve entre el aire pastoril de su primer tiempo, y el ímpetu del último, contrastando con ellos el carácter de danza campesina del tercero. A la Tercera, en Fa mayor, Op. 90 podemos asignarle un intenso carácter emocional, señalado por la tensión de su último tiempo, con el que contrasta el que le precede, lírico y elegante. La Cuarta, en Mi menor, Op. 98, es una obra monumental en la que se destaca la arquitectura de su construcción, elaborada y firme, sin adornos inútiles y cuyo emocionante final es uno de los grandes movimientos de la forma sinfonía.
La Orquesta de Cadaqués nació en 1988 para ser el apoyo instrumental básico del Festival que esa bella localidad gerundense lleva celebrando hace más de 35 años. Se trata de una formación cuyo número de instrumentistas se acerca al de las orquesta de que pudo haber dispuesto Brahms para interpretar sus sinfonías. Con este punto de partida, los responsables de la grabación, pretenden obtener el equilibrio sonoro entre las distintas familias orquestales que habría conocido el propio Brahms.
Se haya conseguido o no, lo cierto es que estamos ante la primera grabación de este ciclo sinfónico realizada por una orquesta española. Grabación, además, realizada en directo (eso figura en la carpetilla del CD, aunque no hay el menor ruido habitual en este tipo de grabaciones), lo que añade más mérito a la interpretación del director italiano Ginandrea Noseda. En términos generales podemos hablar de una buena versión, que destaca los numerosos planos sonoros de la escritura de Brahms, los múltiples detalles de las intervenciones de los solistas, y el gran conjunto arquitectónico de estas cuatro sinfonías. Hay momentos de gran sonoridad, quizá algo excesivas en las intervenciones de la percusión, pero es una lectura de primer nivel, brillante, expuesta con autoridad, destacando el importantísimo entramado contrapuntístico y armónico de estas grandes sinfonías. Resoluciones dinámicas importantes, ritmo y vigor en los tempos, son detalle que también deben destacarse.


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